Fue en 1977 cuando Dario Argento sacó a la luz su ópera prima, una película que revolucionaría la manera en la que veríamos el cine de culto, de manera cruda y sumamente escalofriante, al llevar a la pantalla grande Suspiria.

La historia atrapa y atrae a cualquiera al relatar la vida de una bailarina procedente de Nueva York que llega a estudiar a la academia de sus sueños en Europa dirigida por Madame Blanc.

Al llegar a la prestigiosa academia, Suzy Bannion (Jessica Harper) se percata de que aquél lugar acoge algo oscuro y tenebroso, lo que ha sido la causa de la desaparición de algunas alumnas, es por eso que junto con su compañera y amiga Sara, comienza a investigar el sitio y los secretos que éste esconde.

Mientras Bannion intenta descubrir la verdad y al mismo tiempo ser la mejor alumna, la directora invisible y, quién está al mando del aquelarre, Helena Markos, lo único que deseaba era poseerla para así comérsela y fortalecerse.

Argento crea su propio universo, con toques sangrientos, una fotografía muy surrealista y, a través de los insertos, modos muy psicodélicos e incluso tenebrosos que retrata el terror de aquella academia.

Las tonalidades rojizas, los colores eléctricos, las formas cúbicas y la música, logran capturar la esencia de Suspiria, acompañadas de un final aterrador y muy convincente el cual fue aclamado por la crítica.

En 2018, el director Luca Guadagnino llevó a la pantalla grande el remake de la obra de Argento y para sorpresa de todos, el argumento y la narrativa de la historia se reforzó en esta cinta, que, a pesar de tener similitudes con la de 1977, sorprendía a todos con un asombroso final que explicó la historia de las tres madres.

El remake de Suspiria a diferencia de la obra original, nos muestra una relación más posesiva e incluso se podría decir que existe una tensión sexual entre Suzy Bannion (Dakota Johnson) y Madame Blanc (Tilda Swinton).

Para sorpresa de todos, en el momento en el que Bannion sería sacrificada y poseída por Helena Markos, a pesar de los impedimentos de Blanc, resulta ser que la chica finge ser extranjera y es la madre de los suspirios, la tercera y la única.

La secuencia del desenlace y por lo que la película es considerada una obra de arte, es porque en lugar de quedarse como un ritual de sacrificio, se convierte en una escena sangrienta, donde un harem de brujas se une a la madre de los suspirios y realizan un baile muy característico lleno de locura.

Un dato curioso es que la protagonista de Suspiria 1977, Jessica Harper (Suzy Bannion) interpretó al personaje de Anke en la de 2018, una presencia espectral que emociona a cualquier fanático de Argento.

Si profundizamos más en la historia, el remake de 2018 está mucho más estructurado que el de 1977. El ritmo es más lento pero tanto la narrativa como las actuaciones y la dirección: son dignas de admiración.

Recomiendo ambas películas, ya que Suspiria de 1977 revolucionó el cine de culto con el asombroso y psicodélico estilo de Argento, mientras que la de 2018, cuenta con una estructura narrativa que encantará a cualquiera.

¿Ya las viste?