La vida diaria de Sarah (Alison Brie) estaba resuelta entre las 3 cosas que ella amaba: los caballos, su trabajo sencillo en una tienda de telas y su programa de TV favorito. Pero esa tranquilidad se ve afectada cuando su compañera de departamento, Nikki (Debby Ryan) le presenta a Darren (John Reynolds), con quien intenta iniciar una relación seria.

La chica que amaba a los caballos

La película nos hace sentirnos bien por Sarah, quien al parecer podría comenzar a tener una vida más normal, pero lo que no esperas es que el sonambulismo, esos sueños raros, sus delirios y alucionaciones se vuelven más y más frecuentes, lo cuál la empuja a perder el control psicológico y emocional.

Al final, sus decisiones y lo que va viviendo en el día a día la llevan a convencerse de ser un clon de su abuela, además de plantar la posibilidad de haber sido abducida.

Algo que creo que me encantó de La chica que amaba a los caballos (Horse Girl, 2020) dirigida por Jeff Baena, es cómo la película te puede mover de un estado de ánimo a otro. Si bien al principio te presenta una chica que parece llevar una vida tranquila, con forme se desarrolla la historia te hace pasar a la angustia de verla sufrir esos delirios hasta terminar asombrado por la posibilidad de haber sido víctima de una abducción y haber viajado en el tiempo.

Algo que te va a encantar es que la película te planteará más preguntas de las que responde. Te hará plantearte más de una vez si lo que estás viendo y pensando podría estar pasando o no. Créeme, seguirás pensando en lo que acabas de ver aún después de haber terminado la película.

La actuación de Alison Brie ayuda mucho a la historia, presentando a una chica dulce atrapada en la tristeza de haber perdido a su madre, viviendo en un estado de confort en su departamento, ignorando a la gente que insiste e intenta ayudarla a llevar una vida más sociable.

Alison Brie en Horse Girl

Lo mejor de la película es que está construida de manera que si el espectador quiere concluir que Sarah sufría de problemas psicológicos y necesitaba ayuda de algún experto es igualmente válido que si decides tomar el camino de la ciencia ficción y concluir que Sarah en realidad sí era un clon de su abuela.

Eso sí, si decides aventurarte a esta historia, prepárate para pasar un rato de confusión, que, aunque te garantizo, vas a disfrutar, al final de la cinta habrás experimentado la misma desesperación y desorientación que Sarah.